Experiencia del Cuerpo Europeo de Solidaridad
Experiencia con niños en Alemania
Gracias a haber venido aquí he podido desenvolverme en el idioma alemán, y conocer la cultura y costumbres de esta pequeña ciudad
Mi experiencia de este voluntariado ha sido buena. Gracias a haber venido aquí he podido desenvolverme en el idioma alemán, y conocer la cultura y costumbres de esta pequeña ciudad alemana llamada Leipzig.
Hacer el voluntariado en el Kindergarten ha sido genial, pues he podido continuar mi adquisición de conocimientos para trabajar con menores en un ámbito escolar. Estoy muy agradecida de haber venido a esta ciudad y haber sido seleccionada en este proyecto, que tanto deseaba.
Cuando llegué debía pasar unos días de cuarentena y una trabajadora de mi organización me dijo que le hiciese una lista de la compra y ella se encargaba de comprarme la comida. Este fue uno de los tantos apoyos que he recibido desde mi entrada en este proyecto. Cuando he necesitado ir al médico siempre podía recurrir a mi «responsable» de la asociación para que me cogiese la cita o incluso para acompañarme.
Mis actividades en el Kita: Todos los miércoles había excursión al bosque con los niños y yo iba siempre con ellos, he realizado actividades creativas con los niños con papel o materiales reciclados y también he realizado y he colaborado en talleres de cocina para hacer pastel o para hacer galletas. Disfrutaban mezclando los ingredientes y viendo el producto acabado y preparado para comerlo. Se sentían muy satisfechos y felices realizando estos talleres.
Mi día a día: Cada día iba 6 horas al Kita. Entraba a las 9 de la mañana y salía a las 3 de la tarde. Cuando llegaba a primera hora de la mañana jugaba con los niños o simplemente me sentaba en la mesa de manualidades y comenzaba a pintar o dibujar algo, tras lo cual otros niños se unían. A las 11 menos cuarto recogíamos el aula y nos sentábamos en círculo. Los educadores cantaban con los niños o les preguntaban algo que quisieran destacar de esa mañana. El educador tocaba la guitarra, y los niños cantaban muy emocionados las canciones al compás de la guitarra. A las 11 era la hora de comer. Yo ayudaba a servir los platos. Después de comer los niños que dormían iban con el educador al aula para dormir, solía ayudar a limpiar la mesa tras la comida, cambiar los pañales a alguno de los niños que iban a dormir y alguna vez acompañé yo también acompañé a los niños a dormir; los que no dormían se quedaban jugando o coloreando en el aula principal, o salían al patio si lo demandaban. En este tiempo yo tenía 30 minutos de descanso Después de la siesta llegaba la merienda. Tras la cual llegaban los padres a recogerles.
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