Mi nombre es Laura Palgi y realicé un voluntariado europeo en una escuela local en Trébeurden (Francia) durante seis meses. Durante este tiempo me he enfrentado a diferentes retos y desafíos gracias a los cuales he aprendido a trabajar en un ambiente internacional en un sector muy diferente al de mis estudios.
Llegué en enero al pequeño pueblo de Trébeurden sin hablar prácticamente nada de francés y con ciertos miedos ligados al cambio de escenario. Mi tutora me dio una calurosa bienvenida y me ayudó en todas las gestiones que fueran necesarias, me presentó al grupo de mujeres con las que iba a trabajar y me hizo sentirme como en casa.
Los siguientes días me mostraron la escuela prescolar y primaria donde trabajaría realizando diferentes actividades.
En la escuela prescolar trabajé con niños de 0 a 3 años, una edad muy delicada en la que los bebés cuentan con muchos cuidados. Era mi primera vez trabajando con niños tan pequeños y aprendí a realizar actividades de cuidados básicos, de locomoción, de desarrollo cognitivo y de alimentación. Aunque fuera un reto diferente, mis compañeras me ayudaban en todo momento y se adaptaban a mis necesidades.
Por otro lado, conocí la escuela primeria, dónde los niños tenían de 3 a 11 años separados por clases. Mi función principal era asistir a las actividades extraescolares (TAP) ayudando a las responsables. Además, cuando me sentí más cómoda con el idioma, empecé a realizar mis propias actividades, acercando a los niños a mi cultura e idioma.
Una de las actividades que más me marcó positivamente fue mi proposición de participar en un concurso de fotografía y dibujo con la temática de salvar el planeta. A los niños les encantó y su premio fue exponer sus dibujos en la web de la comisión europea.
En general las actividades ligadas al medio ambiente fueron mis favoritas. Fuimos de excursión a diferentes lugares de la región en las que pude conocer el fantástico territorio de Côtes-d’armor. También cuidamos del huerto de la escuela y vimos crecer progresivamente las frutas y verduras que plantamos durante el curso.
Es cierto, a nivel personal, que las restricciones derivadas del Covid no fueron de gran ayuda a la hora de encontrar formas de ocio fuera del trabajo. Tuvimos serios toques de queda, confinamientos y la mayoría de establecimientos estaban cerrados. Pese a la dificultad de conocer gente, tuve contacto con otras voluntarias de una ciudad cercana con las que quedaba para cenar, ver películas y otras actividades caseras.
Con todo, hoy pienso en mi experiencia y creo que ha sido muy enriquecedora. Ahora soy capaz de trabajar en un ámbito internacional, he conocido un oficio maravilloso y soy capaz de hablar en un nuevo idioma.
Ahora me considero portavoz de la plataforma y recomiendo a todo el mundo embarcarse en esta experiencia que te hace crecer a nivel personal y profesional.