El primer recuerdo de esta gran experiencia es el mail de Enrique confirmándome la beca de prácticas de YesEuropa. Casi no me lo podía creer. Me había graduado del máster poco después de que acabara el confinamiento y, desde entonces, había estado buscando la manera de poner en práctica todo lo aprendido. Iban pasando los meses y la situación del sector cultural no mejoraba. Al final, logré encontrar un museo que colaboraba con diferentes festivales y que mantenía gran parte de su programación.
Poco después ya estaba pisando suelo bretón y no tenía ni idea de lo que iban a significar esos tres meses para mí. El tiempo pasaba volando mientras aprendía a hablar con más soltura el francés, probaba mil y un quesos diferentes y acompañaba todas áreas del museo. Jamás olvidaré el primer taller que realicé, situaciones graciosas por malentendidos lingüísticos, los colores de la luz, las personas y las amistades, los sabores, los horarios de las comidas… Pese a que ya había participado en otros proyectos de movilidad, ninguna experiencia es igual. Cada vez que viajo encuentro algo nuevo allá donde voy, pero también, algo nuevo en mí.
Acabo esta experiencia con más motivación de la que empecé. Sé que ahora cuento con muchas herramientas nuevas personales y profesionales que me acompañan en mi camino. Agradezco infinitamente a YesEuropa y a Enrique por la confianza en mi perfil y que me brindaran esta oportunidad que de otra manera no hubiera sido posible. En estos momentos de nostalgia desde casa, vuelvo a echar la mirada hacia el horizonte y empiezo a pensar en el resto de opciones que existen con los programas europeos y pienso en no cerrarles la puerta. ¿Cuál será la próxima aventura?